26 octubre 2008

"Camino" incita al odio a los católicos

Me gusta el cine y siempre que puedo voy, casi todos los fines de semana. No me avergüenza reconocer que no me gustan especialmente las películas españolas, aunque no quede bien decirlo, más bien al contrario, aunque hace poco vi la última de Garci y me encantó (se hace un poco larga, pero el tio qué bien dirige, y además es una película que rompe muchos tópicos progres antiespañoles y sobre todo: ya era hora de que también los españoles podamos hacer superproducciones a lo grande). Total, que sin saber muy bien adónde nos metíamos, mi mujer y yo fuimos al cine ayer a ver "Camino". La sugerencia fue de ella (no es que te quiera echar la culpa cariño, jeje ya sabes que te quiero igual) porque aún recuerda el impacto personal y espiritual que le causó hace unos años el libro "Un regalo de Dios" en el que se basa la película y que cuenta la historia real de una niña que afronta cristianamente la enfermedad y la muerte a edad muy temprana.

A ver, no es que yo sea un católico de misa diaria y ni siquiera de todos los domingos, pero por favor, tampoco me gusta que insulten unos valores en los que creo. Yo soy muy crítico con el Opus Dei, a quienes considero demasiado radicales, pero es indudable la enorme labor que hacen difundiendo su mensaje sin meterse con nadie y haciendo que mucha gente encuentre apoyo y fraternidad en estos tiempos en los que no se estila eso de ayudar al prójimo. El caso es que la película retrata de manera muy simplista y agresiva al Opus Dei, presentando a la madre de la niña protagonista como una fanática religiosa y castradora, que hace del dolor de su hija una especie de argumento para legitimar todo su dogmatismo.

Mi mujer, que es más practicante en sus convicciones religiosas que yo, no es que se sintiese ofendida: es que directamente se sintió insultada. Tanto es así que no llegamos a ver la película entera, y nos salimos del cine antes de que acabase (algo que no recordaba haber hecho desde que no pudiese soportar el asco de algunas secuencias de "El silencio de los corderos").

No puedo, por tanto, hacer una valoración cinematografica, ni una crítica a la película como tal. Pero no puedo dejar de volver a hacer la reflexión de porque tenemos que aguantar quienes tenemos determinados valores la superioridad moral de quienes se limitan automaticamente a ridicularizarnos o a atacarnos por pensar diferente. Parece que la "libertad" solo les afecta a ellos y que no se han enterado que la libertad existe tambien para los otros, tambien por ejemplo para creer en Dios. Esta película y su director (que por lo visto es hermano de uno de los de Gomaespuma, vaya tela) incitan al odio a la religión católica y a quienes la procesan, al tratarles como monstruos sin escrúpulos.

Así que mi consejo es que os gastéis el dinero que cuesta ver esa película en ver la de Garci o en cualquier otra cosa estimulante, o por lo menos respetuosa.

PD.: Acabo de leer en otro blog que no conocía otra interesante opinión de la película en la misma línea.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

A ver, vaya paja mental que te has montado tú sólo, chaval... Deberías saber diferenciar entre lo que es criticar una institución concreta como el Opus Dei e insultar a toda una fe religiosa y sus creyentes. No entiendo por qué mezclas todo, quizás sea por tus propios prejuicios para saltar a la defensiva ante cualquier posible crítica legítima.

En la película Javier Fesser no insulta a nadie: plantea una historia desde su punto de vista, que demasiado respetuoso y distante es para un tema tan controvertido. Ya está bien de que, en nombre de la libertad religiosa de algunos, tengamos que dejar de ejercer la libertad de expresión otros...

Veo por tu perfil que eres de Rivas... jeje, qué putada te debe parecer vivir en ese pueblo de comunistas con oficinas de apostasía eh?

Mr. Jato dijo...

Mira, ateo, está claro que en la película el Opus (que es una organización legal, ¡un poco de respeto!) es una excusa del director para "cagarse en dios", como se diria coloquialmente, y eso no tiene nada que ver con la libertad de expresion.

Resido en Rivas y estoy un poco harto de que la gente se crea que soy comunista por vivir en este pueblo. La Oficina de apostatar es un timo de la estampita porque por suerte lo de apostatar no depende de ningun ayuntamiento sino de la iglesia.